¿PUEDO
PREGUNTAR, PROFESOR?
Desde siempre nos han enseñado que el hacer preguntas es
para los chismosos, los metiches, los entrometidos, que ser curioso está mal,
que hay que quedarnos con lo que nos dicen sin cuestionar. Al que inquiere se
le dice despectivamente ‘preguntón’. Preguntar está mal, nos han inculcado y
obligado a creer. ¿Por qué? Si no se pone en entredicho las cosas, se aceptan
como absolutas y no se genera conocimiento. Sin preguntas no hay filosofía, y
sin filosofía no hay conocimiento. Si no hay duda, no hay descubrimiento, no
hay erudición. Aquel que pregunta es el odiado, el bicho raro, el que estorba,
el que cae mal, el nerd. Los (pseudo)estudiantes prefieren no dudar de lo que
el profesor dice, es de su agrado no pensar y ocultarse bajo la máscara del que
estudia y hace caso para pasar desapercibido. El miedo a preguntar, a debatir,
a sobresalir, a poner en duda lo que alguna autoridad dice, ha permeado dentro
de las aulas de estudio como en la calle o como en los puestos gubernamentales.
¿A dónde se fue el conocimiento y cuándo huyó de nosotros?
TE REGALO
UNA PLUMA POR TU VOTO DE CASTIDAD
Ahí, en las (pseudo)universidades privadas regalan plumas
a quien proporcione los datos de alguien en forma de recomendación para que se
inscriba en la universidad después de un cortejo institucional y una invitación
formal. Pues ni que fuera Dish. Se supone que es una Universidad, no una
empresa. A los empleados no les interesa esa sentencia tal vez por cinismo, tal
vez por ignorancia. ‘Sí es una empresa’, dicen orgullosos y enseguida dudan de
su insensatez pensando en que no debieron haber dicho eso. Si las universidades
de paga se preocupan más por el dinero que por la educación, si son empresas,
entonces la figura del rector es un chiste, un juego, una pantomima al
inconsciente de los clientes, estudiantes, plátanos o lo que sean.
ZAPATOS
FERRAGAMO, PLAYERA ABERCROMBIE
Hasta en Youtube aparecen los anuncios de las
(pseudo)universidades. Publicidad pura. Empresarialismo puro. Venden su marca y
les funciona de maravilla. Pensaba que la publicidad eran cuentos y que los
anuncios los estructuraban guiándose por la parte estética solamente. He
descubierto que no. Todos los anuncios se construyen delicada y cuidadosamente
para mandar mensajes al inconsciente. Mensajes de supremacía de la marca,
mensajes de venta, mensajes de consumo, mensajes que juegan con la psicología
de la persona. Por eso al vestir, usar o comprar cierta marca, el status de
alguien inmediatamente se va al suelo o al cielo. La publicidad sí manipula. No
tengo duda. La publicidad sí manipula. Es cierto. La publicidad sí manipula. Lo
creo. La publicidad….sí manipula, pero sólo a los estúpidos.