lunes, 28 de septiembre de 2015

Juanito, el alcohol y yo

De entre los muertos y los borrachos, salió un señor, el único de tal edad para decirle señor, en el patio de la casa en donde me encontré el sábado. Entre ron y ron que me tomaba con mis amigos, se acercó el señor con pretexto de presentar al perro guardián de la casa: un pitbull de un año color dorado. De su presentación y de las palabras entrecortadas y poco audibles por el sonido infernal de las bocinas que tenía al lado mío, emanó de su boca la palabra “normalista”.

Opinó que los padres estaban ganando dinero por hacer los movimientos sociales que están realizando y que a ellos, en realidad, no les importaban sus hijos. Dijo, que como padres, es una obligación saber en qué lugares se meten sus hijos, haciendo referencia a la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, la cual tiene una reputación mala en cuestión que ahí estudiaron muchos guerrilleros como Lucio Cabañas, y también tomando como referencia el quinto camión tomado por los normalistas, desaparecido en el informe final de la “verdad histórica” de la PGR, que se encontraba, supuestamente, cargado con drogas. Sugería que los estudiantes de Ayotzinapa estaban en malos pasos, que sus padres ya lo sabían y que aprovechaban la situación para hacer dinero y política. Afirmó que como padre, él tenía la responsabilidad de saber en qué escuela estaba metido su hijo y nos contó la anécdota de por qué no quiso que su hijo estudiara en la Vocacional 5.  

Recordé las tropelías que un grupo de jóvenes hicieron el 1 de diciembre de 2012,durante la toma de protesta de Enrique Peña Nieto como Presidente. Recordé la violencia con que actuaron varios jóvenes durante la primera manifestación que hubo en apoyo a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Ayer, domingo, vi en portales de internet que algunos jóvenes encapuchados hicieron desmanes en la ciudad con pintas durante la marcha que se realizó el sábado a un año de la desaparición de los normalistas. Mis recuerdos fueron consecuencia de lo que el ebrio señor continuó platicando:

Rafael Acosta Ángeles, mejor conocido como Juanito, el famoso y popular político mexicano que se caracterizaba por utilizar una banda tricolor en la frente, reunía al grupo porril de la Vocacional 5 (probablemente reclutaba a gente de otras Vocacionales; en esta ocasión exclusivamente hablo de ésta) que estaba compuesto por estudiantes muy jóvenes, y les daba 5 mil pesos para que saquearan Oxxos y tiendas departamentales durante algunas manifestaciones que se realizaban en la Ciudad. Juanito, además, con el objeto de seguir manipulando a jóvenes acríticos, inconscientes de la realidad, no pensantes, totalmente manipulables y moldeables de 15 o 16 años, les ofrecía lugares para que hicieran fiestas cuando quisieran.

Me gusta beber. Me gusta ir a emborracharme todos los fines de semana dos noches consecutivas: viernes y sábado; si tuviera el valor de hacerlo desde el jueves, lo haría y lo continuaría hasta el lunes e incluso hasta el miércoles, desde la mañana. La mejor hora para tomar es la mañana, cuando es políticamente incorrecto hacerlo. Me gusta destrozar mi cuerpo y mi ánimo todo el fin de semana. Hay quien me ve por las mañanas del lunes y me reprocha la pesadilla que cuelga de mi rostro, mientras, por el cansancio, continúo arrastrando los pies para caminar.


Todos los lunes permanezco de mal humor, aburrido, dormitabundo (permítaseme la expresión), desganado, hastiado, cansado, derrotado. Sólo una buena noticia permitiría recuperarme medianamente de la piltrafa que acabo siendo después del fin de semana. Aún espero que algún lunes alguien me dé una buena noticia. A eso dedico esos días: a destruirme, que además de que me gusta hacerlo, me doy la oportunidad de encontrarme con este tipo de personajes que cuentan este tipo de verdades. 

Al final, no es tan mal negocio ser estúpido y sin importar ninguna circunstancia dedicarse al saqueo político de tiendas: se gana dinero y se bebe, casi de a gratis.

                                     ¡Salud!                          
                                                           
                                                                    Fotografía tomada de El Universal

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