*Publicado originalmente en la revista digital La Otra Realidad en el año 2015.
No
ha faltado ni un día de estos quince que han pasado desde la última
vez que escribí aquí que mi despertador sea alguna canción
propagandística de Movimiento Ciudadano o Morena. Si no es eso, me
despierta cualquier canción popular que usa el PRI, PAN o el PRD
para promocionarse con carpas instaladas frente a mi casa o con
carros que deambulan por toda la colonia con bocinas o altavoces
amarrados al techo del vehículo.
Me
llama bastante la atención que usan la misma técnica de muchos
negocios locales: contratar un gran equipo de sonido, de preferencia
sólo una bocina y la que menos cueste, “la más grande que tenga,
por favor”; un cable auxiliar y un celular con internet, si el
presupuesto no da para internet, un ipod con música varia o ya de
‘perdis’ un disco de la música del momento que venden en todas
las líneas del metro. Como “Los Raspericos”, negocio local nuevo
de raspados y frappés, giran la perilla del volumen hasta que ya no
dé de sí y con un micrófono anuncian que quien vaya a la carpa y
diga la edad de la candidata se lleva de premio una gorra y una
playera con el logotipo del partido al que representan. ¡Qué más
pedimos de nuestros candidatos si no es una gorra y una playera con
su nombre! Mejor regalo no hay. Pero como todo, esta dinámica tiene
su lado oscuro: me pregunto si en verdad nosotros, los ciudadanos,
¿somos tan tontos para participar de estos ejercicios para exigir
nuestro regalo en lugar de correr a estos personajes con todo y su
escándalo que me obligan a levantarme de la cama? ¿Acaso somos
muertos vivientes como los de Walking Dead o como los del videojuego
Left 4 Dead que nos llama la atención el ruido y nos acercamos a él
para ver qué pasa? ¿O somos muy chismosos? ¿O nos falta tanta
fiesta y rito que donde escuchamos música queremos asistir? Tantas
gorras y playeras del PRI que veo en cuanto salgo de casa responden
mis dudas.
Las
campañas son fuertes y mañaneras. Yo no sé si sean dirigidas a las
amas de casa o a los jóvenes huevones que no nos levantamos
temprano, pero durante estos quince días sólo he visto publicidades
de este tipo durante la mañana. Y digo fuertes en el sentido de que
son insistentes. Cuento dos anécdotas que me permiten reforzar lo
que digo:
La
semana pasada por la noche al llegar a la calle donde vivo, me crucé
con un supuesto trabajador del PRD que según estaba planeando la
ruta del candidato, ¿candidato a qué? no sé, tal vez a robar. No
lo dejé entrar a la calle (cerrada) por cuestiones de seguridad,
pues los vecinos y mi mamá me han dicho que no deje pasar extraños.
Por eso digo que tal vez era candidato a robar, no por otra cosa. El
extraño sujeto me observó hasta que ingresé a mi humilde vivienda.
Ni un minuto había pasado cuando me asomé por la ventana para ver
si todavía se encontraba parado sobre la avenida, y advertí que ya
se había ido. Pensé que probablemente había cumplido su objetivo
de observar alguna casa, algún coche o alguna persona a la cual
pudiera atracar. Dos días después, como no tengo nada qué hacer,
vi por la ventana a dos sujetos con banderas del PRD y una escalera
forzando la puerta eléctrica por la que entran los automóviles de
la cerrada. Qué mala suerte tienen los del PRD; hasta les roban las
elecciones. La estaban empujando para que pudieran pasar. Salí a
reclamarles, no tengo otra cosa más importante qué hacer; les dije
que era increíble que ellos que trabajan en gobierno violaran
sistemas de seguridad que los vecinos hemos implementado. Reconocí
al mismo tipo que me había encontrado dos días antes y le volví a
mencionar que por cuestiones de seguridad no podían pasar y mucho
menos forzar una puerta porque si la descomponían, ellos la iban a
pagar. Sí cómo no. ¡Qué fregones! ¡Qué insistentes! ¡Qué
chingones!
La
segunda, si usted se aburrió leyéndome, es más corta:
En
todas las paredes de la colonia hay mantas propagandísticas,
publicitarias o promocionales, ya ni se sabe qué son. He quitado las
que hasta la fecha han puesto en la puerta eléctrica antes
mencionada y en la casa de mi vecina porque considero que se
aprovechan de espacios privados para colocar la imagen de alguien que
quién sabe si vaya a hacer algo por mí o por mis vecinos, además
que me molesta que nuestro dinero se ocupe en la mercadotecnia de
algún candidato o diputadillo que no sé si quiera cambiar el rumbo
con buenas ideas en lugar de utilizarlo para el bienestar de la
comunidad, ¿a poco no? Estas mantas del PAN que he quitado en la
noche, como el ave fénix por la mañana renacen y vuelven a su
lugar, ahora atadas con doble nudo. ¡Qué insistentes! ¡Qué
chingones! ¡Cómo chingan!
Mientras
tanto, he visto que los que traen playera y gorra del PRI siempre
andan fotografiando credenciales de elector, anotando no sé cuanta
cosa y hasta se juntan en un parque y se sientan en el pasto a hacer
ese trabajo.
Así
han sido mis “Aventuras en tiempos electorales”. Probablemente
sea la última vez que toco el tema de las elecciones pues ya me
aburrieron. Ya que se acaben. Ya no más spots, spots spots ni
candidatos que no llegan a las reuniones con los vecinos. No prometo
nada pues no quiero quedar mal con nadie. En fin, agradezco que ya
sólo queden 15 días antes de la veda electoral para volver a
levantarme hasta que la cama me escupa.